Penitencia de Semana Santa

Entonces levanté la mirada y también lo vi. Se alzaba por encima de las tumbas, aunque todos tuvimos mucho miedo nadie se inmutó.

Empecé a ser nazareno desde niño para cumplir una promesa hecha por mi abuela materna, Iribia Cedana, quien era muy devota de Jesús y le ofreció que si salvaba a su nieto de algunas malas penurias que le estaban sucediendo, él pagaría una manda (penitencia) por un lapso de  15 años como Nazareno en la Semana Santa de El Banco.

Yo sufría de una extraña enfermedad en los riñones, y muchos médicos trataron mis síntomas con la medicina tradicional pero nada pudo curarme y la enfermedad avanzó a tal punto que los galenos no daban esperanza de que pudiera salvarme, pero gracias a los ruegos de mi abuela Iribia pude salvarme. 

Antes de tener edad suficiente mis padres me llevaban en brazos a las procesiones  

A partir de los 2 años, sus padres,  al cumplir los 5, empecé a vestirme de nazareno, con una túnica de color azul turquí, un manto blanco en ‘v’ que llega hasta la cintura y un capirote que  cubre la cabeza. En la cintura se debe llevar amarrado un cordón blanco que, según la tradición, debe dar 33 vueltas y del que cuelgan cinco borlas que simbolizan las heridas de Cristo.

Como apenas era un niño, en la procesión no marchaba –un paso a la izquierda y otro a la derecha hacia adelante–, sino que caminaba en la parte de adelante con otros niños que pagan penitencias también. Tampoco terminaba el recorrido porque me dormía. El Jueves Santo le decía a mi mamá que me pusiera el vestido. Yo no hablaba de túnica, pero ya empezaba a sentir el fervor y la pasión por ser un nazareno. 

El Viernes Santo, la vestimenta es la misma, pero de color morado, en señal de luto por la muerte de Jesús en la cruz.

Como antesala de la celebración de la Semana Santa, el Jueves de Dolores –tres días antes del Domingo de Ramos– se realiza la procesión con los pasos ‘el beso de Judas’ y ‘Jesús en el huerto de los Olivos’. Empieza a la medianoche, encabezada por los nazarenos, que marchan al compás de la música de viento interpretada por la banda municipal, y llega a la logia de los Nazarenos, en la calle  9 con carrera 13.